Pastiche en la ópera: desde Handel hasta Star Wars

13 octubre 2020 ·  
Duración: 22:43
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Esto es conocido como sampleo, una técnica que comenzaron a practicar los beatmakers del rap, y que se fue popularizando con la introducción del hip-hop en los espacios de música comercial y con el desarrollo tecnológico.

El sampleo, palabra que viene de sample es decir muestra, consiste en reutilizar trozos de otras canciones para elaborar loops, breaks, o en conjunto una base distinta, y ensamblarla en un tema propio.

En el primer ejemplo que veíamos, Beyoncé utiliza en «Crazy in love» el motivo que se va repitiendo en el tema de Chi-Lites “Are you my woman (tell me so)”.

El primer sampleo de la historia lo encontramos en 1979, en el que se considera primer tema de hip-hop comercial, «Rapper’s Delight» del grupo The Sugarhill Gang. Esta canción rapeada utiliza la línea de bajo y la progresión de acordes de «Good Times» de Chic.

Y a su vez, la letra, o más bien la fonética, del estribillo de «Rapper’s Delight» fue reutilizado por este mítico tema de Las Ketchup.

Pero, si nos quedamos con el concepto de sampleo, ignorando la variante tecnológica; si lo entendemos como un recurso que, para elaborar una composición nueva, utiliza y adapta partes de otro tema, es algo que en realidad vemos que sucede desde hace mucho tiempo.

En este vídeo hablaremos del pasticcio o pastiche en la ópera desde Händel y L’Ape Musicale de Da Ponte, hasta Star Wars de John Williams.

Breve historia del pastiche en la ópera: Händel, Rossini y la ópera seria

El reciclaje de composiciones en la ópera ha sido un recurso que incluso ha adoptado entidad propia como subgénero. Hablamos de lo conocido como pasticcio.

El pasticcio consiste en aprovechar trocitos de diferentes composiciones para elaborar parcial o totalmente una ópera.

Hay óperas enteras que están compuestas de partes reaprovechadas. En otras, en cambio, se ensamblan arias, coros u otros fragmentos de distintas obras.

Se recurrió al pasticcio, principalmente, en una época en la que los teatros aumentaron la demanda de óperas nuevas a los compositores. Los empresarios necesitaban óperas y las necesitaban ya.

Muchas veces les interesaban piezas que hicieran lucir a cantantes populares o que les facilitaran el trabajo, pues gracias a ellos conseguían llenar los teatros.

Para ello introducían en las óperas de nueva composición arias exitosas de otras composiciones, haciendo algo así como un recopilatorio de grandes éxitos.

Durante la época barroca, en la segunda mitad del XVII, se normalizó este recurso entre el público de ópera. Compositores como Händel, ensamblaban óperas reutilizando y puliendo actos enteros de otras composiciones o arias a las que cambiaba la letra para adaptarlas al nuevo libreto y las adornaba con su toque estilístico personal.

Los pastiches de Händel fueron verdaderos éxitos. Tomó prestados buenos temas de Francesco Antonio Mamiliano Pistocchi, Attilio Ariosti o Agostino Steffani, compositores más modestos, y los pulió como sólo él sabía hacerlo.

De hecho, solía considerarse un honor para los compositores no tan reconocidos que compositores con renombre tomen sus fragmentos y le saquen brillo ensamblándolos en obras de tinte propio.

Otros célebres de la música como Johan Sebastian Bach, usaron el pasticcio para componer muchas de sus obras. En el barroco el público quería escuchar éxitos; querían escucharlos cantados por los mejores cantantes, sin importar de quién fuera la autoría.

Händel compuso Orestes aprovechando partes de otras de sus óperas y cantatas. Se escribió para que el castrato Giovanni Carestini pueda lucirse en el papel principal.

En el siglo XIX, compositores como Rossini y Donizetti también reutilizaban material de óperas antiguas para sus nuevas obras.

El maestro de las óperas bufas, Gioachino Rossini, componía a velocidad vertiginosa y esto, en parte, es gracias al pasticcio.

Rossini reciclaba su propio material. El compositor prácticamente calcaba arias, armonías y coros que sabía que funcionaban, para resolver partes de obras de nueva composición.

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, con la evolución de la ópera seria italiana, el pasticcio pasó a tener una connotación peyorativa. Ya no era visto con buenos ojos.

El público comenzó a valorar más la posición del músico. La autoría de las obras empezó a tomar relevancia.

En nuestro vídeo sobre las 5 óperas que fracasaron en su estreno contamos el caso de Puccini, con su exitosa Madama Butterfly.

Una de las anécdotas que pasaron a la historia fue el abucheo del primer acto. El público identificó una semejanza entre el momento en que Butterfly entra en escena con otro éxito pucciniano.

Cuando el 17 de febrero de 1904 la soprano apareció en escena, el público de La Scala espetó con enfado que lo que estaban viendo y escuchando se parecía mucho a La Boheme. Al final de la representación, acabarían dándose cuenta de su tremendo error.

L’Ape Musical de Lorenzo Da Ponte

El pasticcio no solo ha sido un recurso para acelerar la producción de óperas. También ha sido útil para aquellos que alguna vez ambicionaron con ser compositores, pero por una cosa o por otra no lo fueron.

Este es el caso de Lorenzo Da Ponte, libretista de la famosa trilogía de Mozart: Le nozze di Figaro, Don Giovanni y Cosí fan tutte. Es indiscutible que Da Ponte tenía una gran habilidad para escribir teatro. El poeta trevisano también escribió libretos para Salieri, Gluck o Francesco Bianchi.

Sin embargo, era consciente de sus carentes destrezas para componer música. Por eso, utilizó el pasticcio para elaborar su propia ópera, L’ape Musicale. Tomó prestadas arias, recitativos y caballetas y coros de muchos compositores para los que había trabajado y los ensambló en el libreto.
L’Ape Musicale, la abeja musical, es el título de la primera y única ópera entera de Lorenzo Da Ponte.

Tomó fragmentos de óperas punteras de Amadeus Mozart, Antonio Salieri, Giovanni Paisiello, Domenico Cimarosa, Pascuale Anfonsi y otros varios, para componer una ópera-recopilatorio de grandes éxitos.

El libretista tuvo la oportunidad de estrenarla en el Burgtheater de Viena en el año 1789. Casi una década más tarde, en 1792, la ópera se volvió a representar en el Carnaval de Trieste.

Da Ponte editó algunos de sus versos ya escritos y escribió otros nuevos para construir la historia de Mongibello, un poeta i empresario que emprende la tarea de crear una nueva ópera con música de otros autores. En esta historia podemos ver como Da Ponte, en realidad, nos está contando su propia historia.

Antes de morir, Da Ponte la revisó de arriba a abajo e introdujo música del compositor estrella del momento, el entonces joven Gioachino Rossini.

John Williams y el pastiche en Star Wars y Harry Potter

Los grandes compositores de cine de hoy día son como los grandes compositores de la época dorada de la ópera.

Las mismas circunstancias que llevaron a Rossini o a Händel a recurrir al pasticcio: la saturación de trabajo, la necesidad de componer más rápido y también de introducir éxitos que sabían que funcionaban en sus nuevas obras, etc… llevan actualmente a compositores como John Williams a utilizar este recurso.

Como ya dijimos entendemos al pasticcio como el uso de fragmentos de otras composiciones para elaborar obras nuevas. Sin embargo, esos fragmentos no tienen por qué mantenerse idénticos.

Pueden servir de base, de inspiración, para la expresión musical de una emoción, un tema o una idea. En el pasticcio, las muestras acaban adaptándose y moldeándose para que se ensamblen en el conjunto conceptual de la obra en que se está trabajando.

John Williams, por ejemplo, recurrió a los musicales de Hollywood de principio de la década de los 30 para componer la banda sonora de Indiana Jones y el Templo de la perdición, la segunda película de la saga de Indiana Jones.

El mítico compositor de películas como Jurassick Park, Harry Potter o Star Wars, compuso un pastiche a partir de la canción «Anything Goes» de Cole Porter, con un coro femenino y un saxo antiguo.

Hay una fina línea que separa el pasticcio de la inspiración y otra fina línea que la separa del plagio. Más tarde hablaremos de eso.

Volvamos con John Williams.

Para la saga de Star Wars, George Lucas transmitió al compositor su voluntad de recurrir directamente a música clásica, tal como habría hecho Kubrick en 2001: Una odisea en el espacio.

Tomando la idea, John Williams recurrió al pastiche de nuevo. Tomó fragmentos del compositor austrohúngaro Erich Wolfgang Korngold y del británico Gustav Holst, entre otros, y las ensambló para componer la BSO de Star Wars.

La famosísima marcha imperial de Darth Vather, es en realidad un pastiche: por un lado, toma el ritmo del movimiento “Mars” de la suite “The Planets” del compositor Gustav Holst y por otro adapta la melodía de la marcha fúnebre de Fréderic Chopin.

Williams recurre constantemente a la suite de Holst para componer la música que acompaña la persecución de los rebeldes o el tema de Leia.

Incluso para el tema principal de Star Wars recurre a la banda sonora de Kings Row compusta por Korngold. Para el tema de Han Solo y Leia toma prestado una muestra del concierto para violín de Tchaikovsky.

Bueno hay una gran cantidad de ejemplos. Os dejo en la descripción un video donde se comparan estas obras y muchas otras.

John Williams también habría reciclado composiciones propias para otras películas. En este vídeo donde Jaime Altozano analiza de manera brillante la banda sonora de Harry Potter, explica cómo Williams aprovechó parte de la banda sonora de Star Wars y el ataque de los clones para acompañar el partido de Quiddich de Harry Potter y la Cámara de los Secretos.

Sobre el pastiche, el plagio y la inspiración

Hablemos sobre el pasticcio y el plagio. Hay quienes lo tienden a confundir. Y lo cierto es que el criterio para distinguir lo que es pasticcio y lo que es plagio no es objetivo.

Cuando grandes compositores toman muestras de otras obras para adaptarlas a sus proyectos, las suelen mejorar, suelen dotarlas de un valor distinto, para que expresen todo el potencial que tienen en el nuevo marco, en la nueva historia.

De la misma manera que, por ejemplo, la parodia consiste en emular algo para burlarse de ello, el pasticcio lo que hace es dignificar aquel fragmento que toma, reconocer su valor artístico para transmitir lo que sea, una idea, una emoción, un ambiente…

Hay que entender pues que ensamblar un pastiche no es tan sencillo. Requiere de una gran destreza creativa, artística y musical. Ya que lo que hace el compositor es aportarle un nuevo significado a esa expresión musical.

Si en lugar de aportar valor se le resta, el pasticcio suele quedar deslegitimado y, por ende, susceptible de recibir la acusación de plagio.

Quiero haceros una pregunta. ¿Os parece que Bizet plagió la famosísima habanera de Carmen a Sebastián Iraider o hizo un Pasticcio con ella?

Antes hablamos del sampleo que Sugarhill Gang hizo del tema «Good Times» de Chic. Este además del primer sampleo también se ganó el título del primer gran y descarado plagio. El grupo Chic acabó acordando con la discográfica de Sugarhill que serían coautores de «Rapper’s Delight», embolsándose una gran cantidad de dinero de los derechos de autor.

Años más tarde, la banda británica Queen, tomaría la misma progresión melódica que escuchamos en el bajo de «Good Times» de Chic, para su tema «Another One Bites the Dust».

Sin embargo, el grupo no tomó aquí acciones legales, entendiendo que John Deacon, el bajista de Queen, había adaptado la línea de bajo aportando valor propio.

El muestreo del bajo de Good Times siguió siendo objeto de pasticceadas, término que me acabo de inventar, años más tardes. Temas como «Another Brick in the Wall» de Pink Floyd o «Hot Hot hot» de The Cure reutilizaron y adaptaron la famosa línea de bajo.

Hemos empujado al pasticcio hacia el lado del plagio. Pero también podemos empujarlo hacia el lado contrario, abrir tanto al concepto, acercándolo más a su semejanza con la inspiración.

Hay compositores que se inspiran en obras de otros para cerrar o empezar ideas que le surgen para sus propias composiciones. Ni el plagio ni la inspiración pueden considerarse pasticcio como tal.

Son otros recursos, el primero ilegítimo, ya que consiste en calcar exactamente la obra de otro sin aportarle nada valioso ni reconocer la autoría y además lucrarse indecentemente.

Y el otro recurso legítimo. La inspiración es algo así como simular estilística o estructuralmente a otros compositores, para lograr el estímulo creativo que permita al compositor lograr su objetivo de expresión musical.

Os recomiendo ver este vídeo de Jaime Altozano donde lo explica muy bien.

También os dejo este vídeo de Scarlew Harzac, una youtuber que habla de literatura y de cine que me encanta. En este vídeo habla del plagio de una manera excelsa.