Bohemian Rhapsody es un guiño a la ópera

21 septiembre 2020 ·  
Duración: 14:46
Play Video

No es ningún secreto que Freddy Mercury fue un amante de la ópera. Pero ¿el amor de Freddy por la ópera realmente influyó en su obra? En este vídeo vamos a identificar cómo la influencia de la ópera en la figura del cantante y rascaremos lo mucho o poco que hay de ópera detrás del tema con el que el grupo británico Queen rompió todos los esquemas del mercado musical, «Bohemian Rhapsody».

Fausto, la inspiración de Bohemian Rhapsody

Os presento a Fausto. A este anciano estudioso le ha salido todo mal. Estando ya en las últimas, maldice a todos y a todo el mundo. Tal es su hastío que hasta invoca al propio Mefistófeles.

Esta obra maestra del compositor francés Charles Gounod y de los libretistas Jules Barbier y Michel Carré explica la leyenda de Fausto popularizada por el escritor alemán Goethe. A pesar de que esta ópera explica una historia demoníaca, está compuesta de música celestial. Encontramos arias preciosas como «Salut! Demere«, el aria de las joyas, la invocación a la noche de Mephistófeles o momentos musicales mágicos como el coro de los soldados.

Fausto es un anciano erudito que, a pesar de todo lo que estudió, no llegó a nada que lo satisfaga. Hasta tal punto es su desesperación que decide suicidarse tomándose un veneno, no sin antes maldecir a todo el mundo e invocar al diablo. Cuál es su sorpresa cuando éste aparece y le convence, con un retrato tentador de la bella Marguerite, para que le venda su alma en el infierno a cambio de ayudarle en vida. Fausto acepta, se bebe el veneno, transformado ahora en elixir de juventud y se propone nuevas metas; un camino que le llevará directo hacia las puertas del infierno.

Al Fausto de Gounod le costó años de representaciones, cambios de partitura, de estilo, para triunfar en el circuito operístico europeo. Durante la década de los 50, 90 años después de su estreno, la ópera perdió mucha popularidad por sus grandes coros, sus complejos escenarios y su costoso vestuario.

Algo parecido le pasó a la banda británica Queen, cuando intentaron vender su sencillo Bohemian Rhapsody, en la época puntera de la radiofórmula, de los temas cortos, pegajosos y sencillos.

El tema rompía con los esquemas del rock setentero. No sólo tiene una duración “excesiva” de 5:55 minutos, el tema está compuesto de diferentes partes rítmicas y formales sin aparente relación entre sí. En música esto es conocido como rapsodia. Vamos a ver algunos ejemplos de rapsodia en la música.

Bohemian Rhapsody se trata justamente de eso, una rapsodia con partes de bolero, rock, ópera e instrumental, conectadas por un motivo temático: la historia que explica. ¿Pero de qué habla la letra de la canción? Su significado sigue siendo todo un misterio.

El misterio del argumento de Bohemian Rhapsody

Freddy Mercury fue quien concibió tanto la melodía como la letra de «Bohemian Rhapsody». Pero nunca habló abiertamente de ella, ni reveló su verdadero significado. Se conservan declaraciones publicadas en la revista Record Collector en 1993, donde Mercury explica que la canción trata sobre las “relaciones”. Definió al tema como “una de esas canciones que tienen un aura de fantasía alrededor” y como una canción “pensada para ser un modelo de ópera”.

De ahí se pueden sacar tantas conclusiones… el tema es todo un misterio. Según Bryan May y Roger Taylor habla de la vida y los sentimientos de Freddy Mercury. Otras figuras cercanas al cantante han especulado con que el tema trata sobre las emociones del artista al verse encerrado por sus traumas de infancia y sus dificultades para liberarse sexual y afectivamente.

Algunos críticos también se han aventurado a elaborar sus propias teorías. Algunos dicen que Mercury pudo haberse inspirado en la obra El extranjero de Albert Camus, de lo que se extrae un análisis muy interesante que no veremos en este artículo. Otros dicen que la letra no tiene significado alguno y que está escrita simplemente para dar palabra a la melodía.

La poca concreción en las declaraciones de Mercury sobre la temática de Bohemian Rhapsody abrió la veda al misterio. Fans, críticos, periodistas y melómanos de todo el mundo, aprovechaban cualquier indicio para encontrar el encaje al puzzle de la rapsodia.

Una nueva teoría se sumó al carro allá por agosto de 2004. El 24 de ese mes, la BBC publicó una nota informando que Irán abría el veto a la música occidental, censurada en el país, permitiendo que se lance un álbum de los mejores éxitos de Queen. Esto es relevante porque Freddy Mercury, originario de Irán, se convirtió en un icono gay, lo que dobló los motivos del país para censurar su música; pues en Irán, todavía hoy en día, aunque parezca increíble, la homosexualidad está penada de muerte.

Pues el folleto que acompañaba al álbum explicaba las canciones. De Bohemian Rhapsody decía que trataba de “un joven que accidentalmente mató a alguien y, como Fausto, vendió su alma al diablo. La noche anterior a su ejecución, llama a Dios en árabe, Bismillah, y así recupera su alma de Satanás”. Definitivamente esta es mi teoría favorita.

Análisis de la letra de Bohemian Rhapsody

La canción está compuesta de seis partes bien diferenciadas. Son como seis actos de una ópera. Empezamos por la overtura y el “primer acto” cantado en balada.

“¿Esto es la vida real o es sólo fantasía?”, se pregunta en la overtura nuestro protagonista. La armonía de cuatro voces, las cuatro de Freddy, caminan sobre el Bb y se resuelven en el C, creando toda una atmósfera de colores musicales que nos colocan en una visión casi ilusoria, como si se tratase de un sueño.

Después, en el “primer acto” en forma de Balada, nuestro protagonista, un joven pobre atrapado en la confusión, en un estado de perturbación en el que ya nada importa, dialoga con su madre.

La vida pasa para nuestro protagonista, sin que él pueda hacer nada más que fluir con ella. “Tan fácil como vengo, me voy”, dice, “ni muy alto ni muy bajo”. Hablando con su madre, el protagonista sale de su estado traumático y confiesa: “mamá, acabo de matar a un hombre”. Realmente, ¿a quién ha matado este joven? Si seguimos la teoría de la influencia de Fausto, todo apunta a que se refiere a él mismo. La muerte en vida que supone haber vendido su alma al diablo. De igual manera que lo hizo Fausto.

El protagonista de esta historia confiesa que “ha tirado a la basura” su vida que acababa de empezar. Ha matado una parte de él, su alma, lo que se supone que en el fondo él «es» en términos ontológicos. Y esa alma va desvaneciéndose, joven y pura, volando arrastrada por el viento que sopla. Sabiendo que van a cobrar su vida en poco tiempo, le pide a su madre “si no estoy de vuelta mañana a estas horas, continúa como si nada importara”.

Y así es. El joven muere. “Ha llegado mi hora”, exclama. Un escalofrío sube por su espalda y el cuerpo le duele. El alma acaba de desvanecerse y se despide de todos, suplicando perdón, suplicando la vida: “desearía no haber nacido nunca”, “no quiero morir”.

Pasamos después al entreacto, que puede considerarse el solo de guitarra de Brian May. Aquí se vuelve a cambiar el ritmo.

Se nos presenta una melodía que puede ser complementaria a la melodía principal.

Una vez se ha desvanecido la vida de nuestro joven protagonista, su madre, sus amigos, conocidos lo lloran como llora la guitarra de May. Aunque en palabras del astrofísico y guitarrista, la intención era “hacerla gritar”. Por eso saca de los efectos del pedal ese sonido que disimula el registro grave para hacer resonar a los armónicos y potenciar los agudos.

El solo de guitarra da paso al “segundo acto” claramente operístico, en donde el solista dialoga con el coro. Ángeles y demonios juzgan el alma de nuestro joven protagonista.

Se le aparece “una pequeña silueta de un hombre”, posiblemente el demonio que viene a buscar su alma. Los demás aparecen entre “rayos y centellas” y montando un gran escándalo. El joven se defiende “soy un pobre chico y nadie me quiere”, igual que lo defiende su santa madre y reza para que los ángeles salven su alma de “la monstruosidad”, esto es, el demonio.

¡En esta parte operística vemos un montón de guiños a la historia de la ópera!

El protagonista declama “¡Scaramouche! ¡Scaramouche!, vamos a bailar el Fandango”, en una clara referencia al personaje tipo de la Comedia dell’arte, Scaramuccia. Este debe ser la silueta que ve, ese demonio que viene a llevárselo.

También hace referencia al fandango que Mozart compone para el tercer acto de Le Nozze di Figaro.

Después de que los rayos y centellas le asusten, cantan en voz aguda y grave “Galileo, Galileo”, en referencia a Vincenzo Galilei, uno de los músicos de Camerata Fiorentina.

Pues Vincenzo Galilei, además de ser padre del gran Galileo Galilei, fue uno de los compositores de la Camerata Fiorentina, el grupo que creó la ópera recuperando y adaptando a la tragedia griega. Finalmente menciona al Fígaro del Babero de Sevilla y de las Nozze di Figaro, y el Magnificat de Bach, cuando canta “Magnifico”.

Los ángeles gritan «¡Bismillah!», «¡en nombre de dios!», mientras que los demonios mantienen su negativa “no te dejaremos marchar”. Tanta es la pelea que incluso desiste el propio joven, quien le pide a su madre: “madre mía, déjame marchar, Belcebú ha puesto un diablo a parte para mí”.

En el “tercer acto” aparece el mismísimo Mefistófeles, y cómo no, lo hace acompañado de la parte más rockera de la canción.

El demonio se ofende con al joven “crees que puedes machacarme y escupirme en el ojo”, “crees que puedes quererme y luego dejarme morir”. “¡No puedes hacerme esto a mi!” declama el demonio. Pero está perdiendo la batalla contra los ángeles y contra el amor de una madre que implora por el alma de su hijo. A pesar de su gran enfado, no le queda más que huir.

Después del soliloquio del diablo, se resuelve el caso en favor de lo cielos. Lo vemos en el retorno a la balada inicial mediante una transición “celestial”; un canto de ángeles. Así se abre el “cuarto acto”. La historia ya ha acabado, y el protagonista admite que “no le importa” darla a conocer. Al final, la vida sigue, el viento sopla, los tonos cambian y ascienden a los cielos y el gong pone punto final a este relato.

Ópera, Freddie Mercury y Queen

Estructuralmente podría decirse que Bohemian Rhapsody es una ópera convertida en canción rock popular. Pero su relación con la ópera va más allá. Incluso el tema, la historia que cuenta es una historia fantástica propia de una ópera dramática. Otro detalle es que el álbum en donde se ubica este tema se llama A Night in the Ópera. Aunque en realidad esto fue, según cuentan, por casualidad. Los integrantes de Queen estaban viendo la famosa película de los hermanos Marx, cuando se miraron y decidieron que ese podría ser un buen título para su álbum. Sobre todo, por el tono conceptual del álbum entero.

La ópera ha influenciado al artista no sólo en sus composiciones, también en su estilo de canto. La voz de Mercury, me atrevo a decir, es una voz operística.

Y qué distingue una voz operística de una que no lo es. Pues lo explico en el vídeo sobre por qué los cantantes de ópera cantan así.

La voz y la técnica de Freddy Mercury son operísticas porque canta con un apoyo y una colocación que dejan un paso claro a los resonadores de la cabeza, con un vibrato marcado y rápido, y con un fiato absolutamente envidiable.

También vemos la ópera en la vida del cantante del grupo. Mercury era un divo. Alguien que no pasa desapercibido por su fama. Que camina por la vida dejando huella. Que no lo tiene fácil, que se encuentra con las peores vicisitudes de la fama. Alguien con talento, aptitud, magnetismo.

Finalmente, Mercury incorporó explícitamente la ópera a su carrera, cuando consigue cumplir un sueño.

En 1983, Mercury habría acudido a la representación de Un Ballo In Maschera de Verdi en el teatro de ópera londinense, Royal Opera House.

Pavarotti y Caballé ocuparían entonces los roles protagonistas. A pesar de que el cantante fue motivado por el tenor italiano, quedó embobado por el canto de Caballé. Entonces no sabía que acabaría cantando con ella y, no solo eso, también que acabarían siendo íntimos amigos.