Diez momentos de ópera más impactantes

14 abril 2020 ·  
Duración: 26:04
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10 – Pa-Pa-Pagena – Die Zuberflöte

El décimo puesto de la lista lo ocupa un momento diría que metafísico. Me refiero al momento, para mí, más mágico del segundo acto de Die Zuberflöte, La Flauta Mágica. Una historia llena de misterios y símbolos. Un viaje de los personajes enfrentándose al acontecer de sus destinos.

La Flauta Mágica cuenta la aventura del príncipe Tamino que, perseguido por una serpiente gigante, acaba en los dominios de la Reina de la Noche. La misteriosa reina le pide ayuda para rescatar a su hija Pamina, secuestrada por el malvado Sarastro. Al ver a Pamina, Tamino se enamora profundamente y la Reina le ofrece su mano a cambio de que la rescate. Así, junto a Papageno, un cazador de pájaros, Tamino se adentra en el territorio de Sarastro.

A lo largo de la ópera veremos como los roles de malos y buenos se van transformando y cómo cada personaje representa un símbolo de valor aparentemente simple, pero con una pesada carga ideológica detrás.

Pero nos centraremos en la conclusión argumental del personaje de Papageno. El pajarero de la Reina de la Noche se suma a la trama para contraponer la voluntad, la racionalidad, que representa Tamino. Papageno es un personaje bueno, divertido, gracioso, humilde. Su objetivo es encontrar a su Papagena para formar una familia. Simboliza el carácter del hombre sin mayores pretensiones que vivir feliz en el calor comunitario de la familia.

El momento en el que encuentra a Papagena, cantan el dueto “Pa-Pa-Pagena” (casi un mantra), que no deja de ser un canto alegre y esperanzador. Un espíritu positivo que se puede relacionar con la conciencia infantil y su condición necesaria para lograr la felicidad. El niño confía, se abre a la vida y es bueno con ella, se desquita de lo amargo de la madurez, que nos vuelve pícaros, taimados para con la vida, coléricos.

9 – La calunnia è un venticello – Il barbiere di Siviglia

El noveno momento más impactante lo ocupa una de las arias de Il Barbiere di Siviglia. El maestro Rossini compuso un sinfín de óperas, siendo quizás El Barbero de Sevilla la más popular de todas.

La madre de las óperas buffas nos cuenta la historia del Conde de Almaviva y la joven Rosina, un par de enamorados que tendrán que esquivar los intentos de Don Bartolo, el mentor de Rosina, para casarse con ella. Para rescatar a la joven de esta penitencia, Almaviva le pide ayuda al barbero Fígaro, que el muy vivaracho sabe cómo urdir muy buenos plantes, siempre que sea bien recompensado.

Un tercer personaje interviene también en la trama y es en quien nos vamos a centrar en este noveno puesto. Estoy hablando de Don Basilio, el profesor de música de Rosina. En la primera escena que aparece, Don Basilio canta el aria “La calunnia è un venticello”, «La calumnia es un vientecillo», para proponer a Don Bartolo una estrategia para sacarse de encima al Conde, de quien Bartolo duda.

Pero al final del aria, Bartolo le dice No: vo’ fare a modo mio:  in mia camera andiam. Voglio che insieme il contratto  di nozze ora stendiamo. Es decir, hagámoslo a mi manera, firmemos hoy mismo el contrato matrimonial.

Toda el aria que canta Don Basilio explicando qué es la calumnia y cómo destruye reputaciones; explicando lo fácil que es que la calumnia entre en los cerebros de la gente, primero como un susurro y al final como la bala de un cañón. Todo eso no aporta nada a la trama. Pero, aun así, Sterbini y Rossini le dan importancia a esta aria del bajo, principalmente porque la ópera buffa, aparte de divertida y caricaturesca, es sobre todo irónica. El aria de la Calunnia es un mensaje para mostrar a los espectadores lo vil y cruel que es la calumnia y que calumniar es moralmente reprobable.

Además, se refuerza con una gran narrativa musical. En esta aria podemos ver una de las características fundamentales rossinianas, el crescendo larguísimo. La Calunnia es como un crescendo: comienza pianissimo y hasta sonar como la bala de un cañón.

8 – Vi ravviso o luoghi ameni – La Sonnambula

En su evolución histórica, la ópera ha mantenido los sentimientos exacerbados, el drama y sobre todo el amor romántico, como un gran elemento de sus tramas. Sin embargo, hay muchos momentos en los que el “arte total” vierte sobre el espectador una marea cristalina de nostalgia y melancolía bastándose solo de unos pocos versos.

Estas son otras formas de amor. Amor atravesado por la memoria. En el octavo puesto, destaco uno de los momentos más importantes de La Sonnambula, escrita por el compositor belcantista, Vicenzo Bellini.

En un pueblito de suiza, Amina, una joven huérfana va a casarse con el campesino Elvino. Cuando el pueblo está festejando la firma del contrato nupcial, aparece un misterioso hombre, Rodolfo, apresurado por llegar al Castillo del Conde. Lise, la propietaria de la posada donde se festejan las nupcias (que está pilladita por Elvino) le ofrece quedarse a dormir en la posada y Rodolfo acepta.

Agradecido, Rodolfo canta “Vi ravviso o luoghi ameni”, «Os recuerdo, lugares amables», una de las arias más populares de bajo, y una de las arias melancólicas más hermosas de la historia de la ópera.

Vi ravviso presenta al personaje de Rodolfo, misterioso para los demás personajes y para el público. Nos da a conocer el gran sentimiento de nostalgia por su vida pasada en este pueblecito de Suiza, al que acaba de llegar. Una juventud feliz que recuerda melancólico, y que admite no volverá a vivir nunca más. Rodolfo, a diferencia de los jóvenes Elvino, Amina y Lise, es un hombre más maduro, más sabio.

El aria de Rodolfo siempre me ha recordado a los versos del poema “Juventud divino tesoro ya te vas para no volver” de Rubén Darío que dicen:

¡Y las demás! En tantos / climas, en tantas tierras siempre son, / si no pretextos de mis rimas / fantasmas de mi corazón. / En vano busqué a la princesa / que estaba triste de esperar. / La vida es dura. Amarga y pesa. / ¡Ya no hay princesa que cantar!

7 – Norma se plantea asesinar a sus hijos – Norma

A continuación, recurro de nuevo a Bellini, esta vez a la ópera Norma, sí, aquella que hizo legendaria a Maria Callas en 1955.

Norma, una sacerdotisa de las Galias que rompió sus votos y tuvo dos hijos con Pollione, un oficial romano; aunque esto lo esconde para no meterse en líos claro.

El amor que siente por Pollione es lo que empuja a Norma a intentar dar paz a su pueblo y frenar la rebelión contra Roma. Pero Pollione no está en las misas. El oficial romano se enamora de Adalgisa, otra sacerdotisa del templo. Cuando Norma se entera entra en cólera y ensalza a su pueblo a rebelarse contra los Romanos.

El segundo acto abre con el momento que queremos destacar en esta lista: la Norma en el rol de madre. Su enajenación la predispone a asesinar a sus hijos por despecho, porque, según dice, “aquí les aguarda el suplicio / en Roma, el probio, / un suplicio aún peor”.

En este punto Norma ha llegado a su primer límite de cordura. Sí, la Norma que hace apenas unos minutos cantaba el «Casta Diva», ahora está dudando si debe matar a sus hijos por despecho. Este momento comienza a definir la profundidad psicológica del personaje de Norma y lo coloca en una posición actuante, como motor principal de la trama. A partir de este instante, todo lo que vendrá después sólo podrá entenderse si somos capaces de asimilar la tragedia de una madre, de una despechada y de una relevante sacerdotisa de las Galias.

6 – ¡Turandot! – Turandot

El sexto puesta lista lo ocupa un momento de tozudez, aquello que decían las abuelas de “cuando un tonto coge un camino, el camino acaba pero el tonto sigue”. Bueno, quizás estoy exagerando.

Me refiero a la actitud frente a la vida del personaje de Calaf en Turandot.

Dejadme que contextualice. La acción se desarrolla en la China imperial. La princesa Turandot, hija del emperador de China, no quiere tener un cónyuge porque viejos recuerdos del pasado le han hecho madurar fría y solitaria. Por eso, todos los pretendientes de la princesa tendrán que resolver tres enigmas. Fallar uno de esos enigmas, tiene como respuesta la muerte.

Calaf, príncipe tártaro, ve cómo un pretendiente persa de la princesa es ejecutado en la plaza pública con todo el pueblo de Pekín contemplando. Entre la muchedumbre, se encuentra a su padre Timur y a una esclava, Liù, que le ha sido fiel hasta el final. Timur se ha exiliado tras perder la guerra y Liù le ha acompañado en su camino a la supervivencia.

Cuando Turandot aparece en escena para ordenar la ejecución del príncipe Persa, Calaf se cautiva como si hubiera tenido una experiencia trascendental. Y tanto insisto en este punto porque el momento número seis de esta lista lo requiere. Incluso después de ver la ejecución y la injusticia y la desgracia de ese pobre hombre, Calaf cree que puede “vencer sobre la belleza” de Turandot. Y está dispuesto a golpear el gong tres veces, lo que supone participar en el reto de los enigmas.

Timur intenta detenerlo y le insiste “Hijo, te pierdes. Vámonos, allí, lejos, está la vida”. Incluso aparecen tres ministros, protagonistas en este canal, Ping Pang y Pong que primero intentan asustarle con lo despiadada que puede ser Turandot y después intentan disuadirlo “Una mujer con corona / en la cabeza / y un manto con flecos? / Pero si la desnudas / solo es carne / es carne cruda / Es algo que / no se come”

Pero como dice Timur, Calaf ya no escucha. En un último intento, Liú le pide piedad. Si él muere en la prueba “nosotros moriremos / camino del exilio. / Él perderá a su hijo… / yo, la sombra de una sonrisa”. «Signore Ascolta» es una de las arias más preciosas para soprano, debe cantarse con una suavidad, una dulzura, una poca intensidad, pero a la vez una gran potencia, que cuando se consigue proceder con todos estos ingredientes atraviesa al espectador y lo retuerce.

Pero el momento no es este. A pesar de todo, a pesar de la súplcia de Liù, Calaf golpea tres veces el Gong dejando uno de los mejores momentos operísticos de esta lista.

5 – Hai tradito in cel e amor – Lucia di Lammermoor

Llegamos a los cinco primeros puestos de la lista. Aunque la verdad, cualquiera de los anteriores podría ocupar estos puestos. Es difícil hacer tops.

En este puesto hablaremos de uno del segundo momento más dramático de Lucia di Lammermoor, una de las últimas óperas compuestas por Donizett y de las más conocidas del compositor lírico belcantista.

¿Os suena la historia de dos enamorados que pertenecen a familias enemigas y que, lejos de renunciar a su amor, intentarán mantenerlo hasta el final? Bien, pues más o menos la historia de Lucia es esa. Lucia y Edgardo pertenecen a las familias escocesas de Lammermoor y Ravenswood, dos familias enemigas. Cuando el hermano de Lucia, Enrico, se entera del amorío de Lucia con Edgardo, entra en cólera. No por todo lo que supone que su hermana se líe con el enemigo de tu familia, sino porque además su plan era casar a su hermana con un señor rico para pagar las deudas de la familia. Bastante denigrante la verdad.

Lucia se niega, pero Enrico y el sacerdote consejero de la familia, la torturan psicológicamente hasta la locura, que llegará más tarde. Al final Lucia cede. Mientras todo eso pasa, Edgardo está fuera de las tierras escocesas. Antes de irse, se habían prometido amor eterno con Lucia.

Por eso, cuando Edgardo vuelve y va hacia la casa de los Lammermoor, sorprende la firma del contrato de nupcias entre Lucia y el señor rico que se llama Arturo.

Ahí Edgardo entra en cólera y le pregunta si es verdad que se ha casado. Y Lucía responde “Sí”.

Edgardo en ese instante, canta el momentazo de esta lista, “Hai tradito in cel e amor”.

Edgardo no sabe por todo lo que ha pasado y está pasando Lucia. Ella es un alma torturada, infeliz. Y ahora que ha traicionado el amor de Edgardo, a pesar de que lo hizo en contra de su voluntad, se siente aún peor.

Por la carga dicotómica entre familia y enamorado que supone este momentazo, por la profundidad en las capas psicológicas de un personaje hasta llevarlo a la locura. Este momento ocupa el quinto puesto de la lista.

4 – Condotta ell’era in ceppi – Il Trovatore

Las historias de amor suelen vertebrar la mayoría de tramas operísticas. En torno a los romances trágicos, o no, se alinean subtramas que desarrollan esa misma historia desde otras perspectivas.

Sin embargo, hay compositores como Verdi que nos han dejado historias y composiciones que focalizan la acción dramática en puntos muy diversos y equilibra las historias de amor romántico con otras, siendo quizás la más usuales, el amor paterno y maternofilial.

En Il Trovatore se nos explica una larga historia articulada entorno a Manrico, un trovador y oficial del príncipe de Urgel, que está enamorado de Leonora, una joven de la nobleza, que a su vez es interés romántico del Conde Luna, que está a servicio del príncipe de Aragón y por tanto enemigo de Manrico.

Pero no sólo por eso están enemistados. El Conde Luna sospecha que Azucena, la madre de Manrico, fue quien asesinó a su hermano en la hoguera muchos años atrás, como venganza a la ejecución en la hoguera de su madre gitana acusada de haber maldecido a otro de sus hijos.

Bueno bueno bueno. ¡Cuánta información! Hay un momento en el que Azucena le explica todo su pasado a Manrico. Y le explica, que ella secuestró al hermano del Conde Luna, pero que por error arrojó a su propio hijo a las llamas. Ahí Manrico se queda alucinando, claro…

El momento que ocupa este cuarto puesto es el «Condotta ell’era in ceppi», de Azucena. Un pedazo de aria de mezzosoprano que para mí es la causa principal del desarrollo de la historia por encima de la competición de Manrico y el Conde Luna por Leonora. De hecho, Leonora está enamorada de Manrico. Competición no hay ninguna. O el Conde Luna lo acepta o lo impone, siendo esto segundo lo que pasa.

La historia romántica de amor no es la espina dorsal. Es la historia dramática de Azucena la que articula el argumento de la ópera. Y eso lo veremos al final. Pero lo comenzamos a entender cuando escuchamos el aria de Azucena. Por eso ocupa este cuarto puesto de la lista.

3 – Bella figlia dell’amore – Rigoletto

Entrando en el top tres nos volvemos a encontrar con Verdi y con la historia del bufón Rigoletto. Que Il Trovatore y Rigoletto ocupen puestos seguidos no es raro. De hecho, Verdi estrenó Rigoletto en 1851, Il Trovatore y La Traviata en 1853. Tres óperas de un Verdi maduro que, equilibra tanto amor romántico con el amor paternal.

Rigoletto es sobre todo la historia de una maldición. El Duque de Matua es un mujeriego que, como tiene poder, hace lo que quiere. Su bufón, Rigoletto, lo secunda y además se burla de todos los cortesanos que le rodean porque los desprecia. Obviamente esto no sienta bien a los cortesanos.

Uno de los afectados en todo esto es Monterone, cuya hija fue deshonrada por el Duque y de quien Rigoletto se burla por ello. Monterone es el padre desesperado que les lanza ¡la maledizzione!

Rigoletto es un ser despiadado con la corte, pero en el fondo es un ser atormentado; un padre afectuoso que protege a su hija, Gilda, de esos cortesanos mugrientos.

Pero los cortesanos están hartos de las burlas de Rigoletto y planean el secuestro de su hija. Incluso engañan a Rigoletto y lo hacen partícipe del rapto. Sí, así son los cortesanos. Unos secuestradores de mier*.

Pero esperen, hay más. El Duque sedujo a Gilda en la iglesia, y esta se enamoró profundamente de él, sin saber el mujeriego que es el duque. Bueno, de hecho no sabe ni que es el duque.

Total que al final de todo Rigoletto manda al carajo a todos los cortesanos. Y decide vengarse del Duque y desengañar a su hija de su abducción de amor. El bufón contrata a Sparafucile, un asesino a sueldo, y prepara un ardid para demostrar a su hija cómo es en realidad el Duque de Mantua.

Y es en este momento el que quiero destacar en el tercer puesto de la lista. El cuarteto musicalmente perfecto de Verdi. Rigoletto y Gilda van al exterior de la casa del Sparafucile. Allí dentro, está el Duque, que ha sido convocado, y se encuentra con Maddalena, una prostituta y compinche del asesino.

Estos cuatros cantarán “Bella figlia dell’amore”. Un cuarteto armónicamente increíble, que con la música consigue describir a cada uno de los personajes que lo interpretan. El Duque, con un canto noble y picaresco. Gilda con frases descendentes y dolorosas. Rigoletto con un canto duro y paternal. Y Maddalena, con una melodía bruta y repicante.

2 – La mamma e morta – Andrea Chénier

Hay muchísimos ejemplos de arias capaces de transmitir la fuerte emoción y sufrimiento del personaje, siempre y cuando estén bien interpretadas. Las historias de la ópera se presentan con dramatismo exacerbado. A tan extremo es llevada la emoción, que muchas veces el espectador lo siente inverosímil y por tanto no se identifica.

Obviamente la interpretación y la dirección escénica influyen mucho en este asunto. La ópera es un dispositivo artístico que va más allá de la poesía y la música. Es un arte que se dispone de muchos otros para contar una historia con la que imprimir emociones, ideas y sensaciones.

Pero hay composiciones y actuaciones que no necesitan de nada más que una buena voz que la interprete para que te atraviese y te deje conmovido.

En este segundo puesto hablaré del aria de la soprano en la ópera Andrea Chénier del compositor Umberto Giordano.

Revolución Francesa. Los burgueses se rebelan contra las cortes absolutistas. En medio de todo este conflicto, dos personas: Andrea Chénier, un poeta, y Maddalena, la joven hija de una familia de corteses. Coinciden en una fiesta en casa de la familia cortesana y Maddalena le pide que recite sobre el amor.

Pero Andrea Chénier lo ignora y hace un canto, desde mi punto de vista, precioso a la injusta vida de los pobres, un canto contra la desigualdad, contra la hipocresía de la iglesia. En un momento, se pregunta “Entre tanta miseria / ¿qué hace la gente distinguida?”. Y ahí mira a los ojos de Maddalena y canta: “Sólo vuestros ojos / expresan humanamente / una mirada de piedad”.

Cuando estalla la revolución la familia se desmiembra y Maddalena acaba en la calle, acogida por la sirvienta Bersi, ganándose la vida como pueda. Sin embargo, siempre mantuvo contacto con Chénier, con quien suele intercambiarse misivas.

A todo esto hay que sumar al tercer en discordia, Gérard, un antiguo sirviente de la familia que se convierte en un importante oficial de la revolución. Gérard pilla a Chénier y a Maddalena, cuando acaban de encontrarse y enamorarse. Batalla con Chénier, sale herido, pero lo deja huir. No importa, más tarde será detenido.

Cuando está siendo juzgado y hay bueno un lío importante de emociones entre Chénier y Gérard, y que si viva a la patria y que no se qué más. Aparece Maddalena y cuenta su historia. «La mamma e morta«. Este es el segundo momentazo de la ópera que más me ha atravesado nunca. Un aria que no importa si se acompaña de orquestra o de piano, que no importa si se usa esta ropa un otra, ese o aquel fondo. Cada palabra, cada nota, cada dinámica, si está bien interpretada, te arrastra junto a Maddalena a la más absoluta sensación de dolor. Penuria, esperanza, sacrificios, romance. Pasa por un montón de sentimientos, por todo el arco psicológico de Maddalena, y al espectador lo da vuelta emocionalmente como si tocara las teclas humanas que saben que nos duelen.

1 – Liebestod – Tristand und Isolde

Dudaba mucho entre el primer y segundo puesto de esta lista. Ambos son piezas de soprano que me parecen excelsas y que, en el conjunto de la representación, sobresalen en todos los sentidos.

El corolario de la ópera Tristán Und Isolde, del compositor Richard Wagner, es una de las piezas, para no llamarlo aria, escritas para soprano más sonadas del compositor.

La historia de Tristán e Isolda cuenta un drama romántico maduro y profundo, aún más teniendo en cuenta que es de Wagner de quién estamos hablando, quien reinterpreta la famosa leyenda con su estilo compositivo y con una profundidad nihilista shopenhauriana increíblemente remarcada.

Enamorados involuntariamente después de beber un elixir amor, Tristán e Isolda se unen por un lazo que trasciende cualquier materialidad y trastorna cualquier intento racional de comprender el fuerte vínculo. Sin embargo, Tristán debía ir a buscar a Isolda a Irlanda para entregársela a al rey bretón Marke, con quien se casaría.

Cuando Marke se entera de su amor, entra en furia. Melot, un caballero supuestamente amigo de Tristán, es quien traiciona a la pareja ante el rey, y movido por los celos lucha con Tristán hiriéndole de muerte.

Tristán sólo aguantará en vida para ver por última vez a su amada Isolda y acabará muriendo en sus brazos. Es en este punto cuando Isolda no puede resistirse a separarse de su amado Tristán y decide desligarse del sentido, arrojarse, como escribiría Wagner, “a la total inconsciencia, a la completa negación del ser” para unirse con su amado. Y muere después de manifestar sublimemente el amor que siente por Tristán.

Uno de los momentos más preciosos de la ópera. Una composición surgida de la mezcla entre los sentimientos de Wagner en plena aventura amorosa con Mathilde Wesendock, y los postulados schopenhaurianos sobre la voluntad como motor subyacente de la vida, de la realidad. El deseo es lo que nos impulsa a conseguir lo que no tenemos, pero en realidad nos condena a un bucle eterno en el nunca estamos conformes, nunca estamos satisfechos. Todo deseo es un medio para seguir deseando. Por eso la vida no tiene sentido. Y lo único que podemos hacer es ser conscientes de ello. El arte es una buena manera de representar el engaño de nuestra existencia.